Cada mañana, cada
una de las pequeñas vidas que se me ofrecen, emprendo el viaje de nuevo, lejos
de los muebles que habito, sin rencor, mas sin peajes; ambicioso intento de
evitar el contagio de su lenta y estática prisión. De nubes son los sueños que
trazo con deleite infantil; altos, no frágiles; lejanos, nunca inabastables.
Los pedazos del tiempo que invierto son perlas que un hilo invisible une a mi
corazón; cerrar los ojos, un aliento, tan solo un paréntesis de la vida que vivo,
de la vida que vive en mí.
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