17 de febrer 2014

Aturdido aún por el impacto, se aparta del rugido de la carretera, del bochorno del brillo de la ciudad, y se adentra, con cautela, por un sendero cercano del bosque. Busca refugio entre los pliegues del entendimiento, acechado por los ladridos del corazón. Intenta descifrar sus enigmas, buscar la salida al laberinto d’emociones donde se encuentra, atado al recuerdo de unos ojos verdes.

En el cielo, un aprendiz de brujo, de dios, o de demonio, dibuja volátiles trayectorias de luces sin disciplina alguna, caóticos puntos que desafían su metódica forma de entender el mundo. Las luciérnagas muestran, quizás, el camino a seguir, las normas del amor sin normas.