
Pocs escriptors han tingut la capacitat de fascinar com Federico García Lorca, autor d'una obra que voldríem més extensa, per culpa d'una lamentable mort que ens va privar d'una de les personalitats més captivadores del segle XX. De tots els seus reculls de poemes, d'una influència decisiva, recordo l'impacte rebut amb la primera lectura de Poeta en Nueva York. Jo era molt jove i no havia imaginat una poesia així, capaç d'estripar emocions, de tallar sentiments i ferides, de declarar injustícies i angoixes enmig d'una ciutat que imaginàvem el centre del món. Tot un univers d'animals moribunds, de nens ferits i de negres oprimits es va dibuixar de sobte als meus ulls.
Una de les obres mestres de l'art.
LA AURORA
La aurora de Nueva York tiene
cuatro columnas de cieno
y un huracán de negras palomas
que chapotean las aguas podridas.
La aurora de Nueva York gime
por las inmensas escaleras
buscando entre las aristas
nardos de angustia dibujada.
La aurora llega y nadie la recibe en su boca
porque allí no hay mañana ni esperanza posible.
A veces las monedas en enjambres furiosos
taladran y devoran abandonados niños.
Los primeros que salen comprenden con sus huesos
que no habrá paraíso ni amores deshojados;
saben que van al cieno de números y leyes,
a los juegos sin arte, a sudores sin fruto.
La luz es sepultada por cadenas y ruidos
en impúdico reto de ciencia sin raíces.
Por los barrios hay gentes que vacilan insomnes
como recién salidas de un naufragio de sangre.
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CIUDAD SIN SUEÑO (NOCTURNO DEL BROOKLYN BRIDGE) (fragment)
No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie.
No duerme nadie.
Las criaturas de la luna huelen y rondan sus cabañas.
Vendrán las iguanas vivas a morder a los hombres que no sueñan
y el que huye con el corazón roto encontrará por las esquinas
al increíble cocodrilo quieto bajo la tierna protesta de los astros.
No duerme nadie por el mundo. Nadie, nadie.
No duerme nadie.
Hay un muerto en el cementerio más lejano
que se queja tres años
porque tiene un paisaje seco en la rodilla;
y el niño que enterraron esta mañana lloraba tanto que hubo necesidad de llamar a los perros para que callase.